Los resultados negativos del banco luso superaron las peores previsiones y hundieron su ratio de capital, hasta dejarlo en el 5%, muy por debajo del mínimo requerido del 7%. Así, la nueva dirección del banco, encabezada por Vítor Bento, anunció esa inminente ampliación de capital, que pilota el Deutsche Bank. Bento aseguró que hay inversores interesados y en la prensa portuguesa se señala a algún español, como el Santander, así como a brasileños o asiáticos. Esta recapitalización sería la alternativa a una nacionalización de la que el Gobierno portugués no quiere ni oír hablar.
Las brutales pérdidas del Banco Espírito Santo suponen la certificación del fracaso del esfuerzo de las autoridades portuguesas, que llevan más de un mes asegurando que la quiebra de los negocios de la familia fundadora no tenían nada que ver con la situación de la entidad financiera. Ayer mismo el Banco de Portugal retiró el derecho de voto a las sociedades controladas por la familia fundadora del banco y decretó la suspensión de los directivos responsables de las áreas de auditoría y gestión de riesgos.
Ya sin los Espírito Santo al mando, tras haber sido alejados de la gestión por el regulador, el banco ha tenido que asumir las pérdidas de las empresas de su grupo, entre las que se encuentran su matriz, Espírito Santo Internacional. Esos descuadres contables, con participaciones entrecruzadas, y las diversas provisiones emitidas para hacerles frente supusieron un impacto en las cuentas de 4.253 millones, frente a los 2.100 millones que se reconocían hace sólo tres semanas.
Tras la detención la semana pasada del expresidente, Ricardo Salgado, la familia Espírito Santo sigue en el punto de mira judicial. La Fiscalía registró esta semana una de las filiales quebradas.
En los mercados, a la caída del banco portugués se le unieron el caos en Argentina, las convulsiones en Ucrania y el recrudecimiento del conflicto palestino. “Lo curioso del caso es que, aun con todos estos elementos negativos, el Ibex apenas se dejó algo más del 2% –apuntó Christian Torres Lang, socio director de Solventis–. En otros momentos, por ejemplo hace un año, una jornada de semejantes características hubiera registrado una caída mucho más grave. Quiero decir que la pérdida intradía hay que interpretarla en perspectiva”.
El efecto vecindad y el enorme peso que acapara la banca en el Ibex (el 40%) castigaron con un -2,10% al selectivo español (cerró en los 10.707 puntos), más que al resto de parquets europeos. Frankfurt cedió el 1,94%. El Global Eurostoxx, el 1,70%.Y París, el 1,53%.
“El problema es que, desde fuera, nos meten en el mismo saco que a los portugueses –dijo Torres Lang–. Y si el Banco Espírito Santo se hunde, los nuestros lo pagan”. En España, el BBVA cayó un 3,11%, el Popular (-2,80%), el Sabadell (-2,64%), CaixaBank (-2,28%) y Santander (-1,99%).
Aunque el clima macroeconómico que se respira en el país es bueno (en términos de PIB, paro o indicadores de confianza), la sesión acabó cerrando julio con un sabor agridulce. El Ibex se ha dejado el 2% en el mes.