Xavier Brun – La Vanguardia – 26/01/2015
En 2011-12, los distintos informes de analistas que caían en mis manos auguraban un escenario catastrófico si Grecia salía del euro. Vaticinaban un contagio a países periféricos, que a su vez llevarían al hundimiento de Europa y con ella, al euro. Los argumentos eran coherentes ya que gran parte de la deuda griega estaba en manos de bancos europeos, que al no pagarse provocarían un roto en sus balances. Hoy día ya se habla de posible salida de Grecia con total normalidad, incluso Merkel lo dice, y si ella lo dice es que ha dejado de ser tabú.
Pero ¿por qué? La primera razón es política. Alexis Tsipras, líder de Syriza, encabeza las elecciones. La segunda: económica. Desde 2010, las distintas ayudas por parte de organismos supranacionales (Europa, FMI, Banco Mundial) dieron un balón de oxígeno a Grecia. Con estas medidas, permitieron que la deuda en manos de los distintos bancos pasara a las instituciones supranacionales. La tercera: tiempo. Las cuentas griegas todavía no están cuadradas, para este 2015 se espera que necesite unos 12.500 millones de euros que los deberán sacar de los mercados financieros (por ahora cerrados) o de recortes (poco probables de ganar Syriza). Por tanto, parece cuestión de tiempo que Grecia vuelve a tener problemas.
Pero, ¿qué ocurrirá si Grecia sale del euro?
En una primera fase habría salida masiva de capitales hacia otros países y con ella una depreciación fuerte del nuevo-dracma. En una segunda fase, y como consecuencia de la primera, habría subida fuerte de tipos de interés para evitar salida de capital (como hacen los bancos con los depósitos). Y por último, habría una quita de deuda. El Estado, al incrementarse su déficit público por culpa del elevado coste de la deuda, se vería obligado a incumplir con las obligaciones de pago, provocando así una quita.
Toda esta situación arrastraría los mercados financieros helenos y en especial a la bolsa. En este punto, las empresas más perjudicadas serían los bancos con mayor exposición a la deuda estatal, como Eurobank Ergasias con 16.745 millones de euros (22% del activo) o Piraeus Bank con 1.717 millones de euros (2% del activo).
De igual modo afectaría a empresas cuyos costes sean en euros o dólares y los ingresos en nuevo-dracma, como Hellenic Petroleum, donde mayoritariamente tiene refino (midstream y downstream). Quizá por esta razón las tres empresas cotizan a PER cercanos a 6x para 2016. Por su lado, arrastrada por la fuerte depreciación del nuevo-dracma habría empresas como la embotelladora de Coca-Cola que cotiza en Atenas que también se vería arrastrada.
No obstante, tan sólo 450 de los 7.200 millones de ventas provienen de Grecia, por esta razón cotiza a un PER 2016 de 16x. Pero no solamente las empresas nacionales se verían afectadas, empresas extranjeras también podrían verse perjudicadas. Bancos como Credit Agricole tiene unos 3.500 millones de euros de exposición a deuda griega (principalmente en deuda privada), BNP Paribas unos 700 millones, Commercebank unos 400, Deutsche Bank unos 300 y SoGen unos 300. Por suerte, España parece estar al margen de esta situación.
Como conclusión, el impacto de una salida de Grecia del euro en los mercados financieros es impredecible. Pero, parece que sería pequeño, al descafeinarse la deuda que pasó de manos privadas (bancos) a manos públicas (Banco Central Europeo y ESFS). Como entes públicos significa que quien terminaría pagándolo seríamos todos nosotros, que actualmente tenemos unos 900 euros de deuda griega. Parece que no es mucho, quizá por ello Merkel lo ha dejado de hablar en la intimidad.