Hace pocas semanas, en esta misma columna, realizaba un breve análisis de las consecuencias que implican los bajos niveles de inflación para las economías del área euro, en general, y para los mercados financieros, en particular. Durante los meses pasados, el Banco Central Europeo (BCE) no ha realizado actuaciones especiales para atajar la amenaza de la deflación, más allá de mantener un moderado nivel de tipos de interés. Esta pasividad del BCE se encuentra condicionada, probablemente, por las ideas que emanan de los países del norte de Europa.
Sin embargo, en las últimas semanas parece que se está produciendo un cambio de sesgo. Altos ejecutivos del BCE parecen mostrarse partidarios de definir e implementar nuevas medidas para atajar el riesgo de deflación, secundados por las continuas declaraciones de altos ejecutivos del Fondo Monetario Internacional, como la propia Largarde o el notable e influyente Blanchard.
Lo novedoso del debate es que estas nuevas medidas pasarían por el desarrollo de una especie de quantitative easing (QE o flexibilización cuantitativa) a la europea, que se diferenciaría del modelo implementado por Estados Unidos en que centraría su actuación más en instrumentos privados que en instrumentos públicos y, dentro de estos, con mayor atención en los emisores de países periféricos.
Aunque tengo serias dudas que, finalmente, el BCE logre doblegar la oposición de los países del norte (Alemania especialmente) e implantar este programa de QE, es cierto que su implantación colaboraría en el saneamiento de la fragmentación que sufre el mercado financiero en Europa. Dicha fragmentación tiene su máximo exponente en la escasa disponibilidad de financiación, junto con el alto coste de esta, que sufren las economías de la periferia con respecto a las de la zona norte. Así, por ejemplo, las medianas empresas españolas, además de sufrir una importante reducción del volumen de financiación disponible, tienen un sobrecoste financiero que puede superar los 400 puntos básicos (¡cuatro puntos porcentuales!) con respecto a una empresa alemana de características similares.
Así las cosas, parece razonable aproximarnos al posible impacto que una actuación del BCE de esta naturaleza tendría en la economía y en los mercados financieros, tanto en activos de renta fija como de renta variable.
Un proceso de QE como el descrito tendría varias consecuencias en las economías europeas. En primer lugar, supondría un aumento de la liquidez del sistema derivado del proceso de compra de instrumentos por parte de BCE, con especial incidencia en los países de la periferia. En segundo lugar, dado que parece que las compras del BCE tendrían especial foco en instrumentos privados de países periféricos, el comentado aumento de la liquidez llevaría aparejado un descenso de los costes de financiación privados, reduciendo la distancia con los países del norte. Y, finalmente, el aumento del volumen de financiación, junto con la reducción del coste de esta, debería impulsar el proceso inversor y, por tanto, mejorar las expectativas de crecimiento a medio plazo de las economías del sur de Europa.
Con respecto a los mercados financieros, las consecuencias podrían ser también relevantes. En cuanto a los mercados de renta fija, asistiríamos a un ascenso del precio de la deuda corporativa (caída de las rentabilidades), proceso que ya se está produciendo incluso sin la intervención del BCE como consecuencia de la agresiva búsqueda de rentabilidad de los inversores. En cuanto a los mercados de acciones, parece razonable esperar que estos se verían favorecidos por una política como la descrita. Con menores tipos de interés y mejores y más sólidas expectativas de crecimiento económico cabe pensar que las bolsas continuarían su ascenso, siendo probablemente este más intenso en los mercados de valores de países de la periferia, como España o Italia.
La probabilidad que se implante este QE, que personalmente considero reducida (Alemania manda mucho) estará también muy condicionada por el dato de inflación correspondiente al mes de abril, el cual conoceremos en los próximos días. Nunca un dato de inflación ha tenido la trascendencia que tendrá este. Permanezcan atentos.