Las dudas sobre la solvencia del mayor banco alemán, el Deutsche Bank, desatan el miedo de los inversores. Desde el inicio de 2016 ha perdido el 40% de su valor en bolsa.

En fútbol, se sabe que el entrenador peligra cuando el presidente del club lo ratifica públicamente. Algo parecido sucedió el jueves en Bruselas, cuando el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, aseguró que “estamos mejor que hace unos años, y eso sirve también para nuestros bancos”. Lejos de tranquilizar, sus palabras no hicieron más que evidenciar que los problemas existen.

Los bancos han sido los protagonistas de una semana de vértigo en los mercados europeos. Los inversores han vendido las acciones en masa y el sector ahora vale en bolsa casi lo mismo que valía en el 2012, en plena crisis de la deuda. El problema es que ahora las dudas no sólo afectan a Grecia o Italia, sino que también llegan a Francia y hasta el país –y el sistema bancario- de referencia: Alemania.

El Deutsche Bank sufre por los rumores y las dudas

Han tardado, pero las dudas sobre la solvencia también han llegado al mayor banco alemán, y de rebote al conjunto de su sistema financiero. El Deutsche Bank encadena una mala racha. A finales de enero presentó resultados: 6.700 millones de euros en pérdidas, los números rojos más grandes de su historia. Parte de esos millones se han ido en provisiones, es decir, reservas para hacer frente a litigios y multas por el escándalo en la manipulación de los tipos de interés de las hipotecas.

Para Xavier Brun, inversor y profesor de finanzas en la UPF en Barcelona, el problema es evidente: «El margen del Deutsche Bank está disminuyendo: sí que ganan dinero, pero las multas se lo comen todo».

Por si eso fuera poco, esta semana los analistas de CreditSights añadieron una dosis extra de pánico, al apuntar que el banco podría tener dificultades para pagar la deuda de mayor riesgo –los bonos convertibles o cocos- si los resultados vuelven a defraudar o los costes legales aumentan. Y aquí viene la espiral. Los grandes inversores quisieron proteger su dinero y el precio de los “seguros” (los Credit Default Swaps) se disparó: asegurar 100.000 euros en bonos costaba 2.200 euros. Que no es poco. Y ante tanto coste, muchos prefirieron vender. Desde inicios de año el Deutsche Bank ha perdido alrededor de un 40% de su valor en bolsa.

Para evitar más bajadas y parar la espiral negativa, el banco salió al paso con comunicados para defender su solvencia. Pero sirvió de poco. «Hemos vivido una espiral de locura» asegura Victoria Torres, analista del banco de inversión Self Bank. Recuerda la sesión del jueves como la peor: “Cayó todo de manera brutal y contagiando al resto”. Por eso el viernes Deutsche Bank tuvo que hacer una muestra firme de músculo. Brun lo resume así: «El banco ha dicho: ¿tenéis dudas sobre que os pueda pagar los bonos? Tranquilos, que ya os los compro todos yo«.

La entidad ha anunciado que recomprará bonos por valor de 4.700 millones de euros. Un golpe de efecto que ha dado aire a los inversores y ha hecho que las acciones se recuperen un 12%. «No lo harían si hubiera riesgo de quiebra y es un síntoma de confianza del banco en sí mismo«, confía el profesor Brun.

Falta por ver si este mensaje cala en los mercados, porque no todos lo tienen tan claro: «De momento ya han tenido que salir a la palestra para confirmar que son solventes», reprocha Torres. «No creemos que las dudas se disipen de la noche a la mañana, lo están pasando mal. También han anunciado un plan de restructuración que incluye recortes de plantilla», añade. Nadie se atreve a predecir que pasará la semana que viene.

Fuente: Público