Sin duda, los próximos meses serán muy animados en nuestro mercado de valores. Hace tres días, el Banco de España publicó las necesidades de capital adicional de bancos y cajas para alcanzar los requerimientos definidos en el real decreto 2/2011, cifradas en unos 15.000 millones de euros. Entidades como Bankia, Banca Cívica, Catalunya Caixa, Banco Base o Nova Caixa Galicia acudirán al mercado de valores en busca de recursos que les permitan cumplir los niveles marcados por el Banco de España.

Pocas horas después de que el Banco de España hiciese públicas esas cifras empezaron a surgir comentarios y opiniones que ponían en duda las mismas. En esencia, varios analistas internacionales habían fijado dichas necesidades entre 40.000 millones de euros y 80.000 millones, muy por encima de las cifras publicadas por el Banco de España. Así las cosas, ¿cuál es el motivo de la diferencia? Básicamente, las diferencias se encontrarían en (1) la morosidad estimada para el conjunto de crédito hipotecario concedido y (2) en la severidad latente (pérdida estimada después de recuperaciones) en dicha mora. En Román paladino, las diferencias estriban en cuántas personas dejarán de pagar sus hipotecas y qué coste supondrá ello para las cajas y bancos, una vez descontado el valor del inmueble que garantizaba la hipoteca. 

Aunque no es el objetivo de este breve artículo, permítanme que les diga que creo que todos tienen algo de razón. Es posible que la severidad sea finalmente más alta que la que el Banco de España ha utilizado en sus estimaciones. Sin embargo, también creo que los analistas extranjeros sustentan sus cálculos en una tasa de morosidad algo elevada.

En cualquier caso, las necesidades reales de las entidades están estrechamente ligadas a la evolución del crecimiento económico de España. Si el crecimiento continúa débil durante un prolongado periodo de tiempo (digamos más de dos años), las tasas de desempleo continuarán siendo elevadas y la capacidad para afrontar los pagos de las hipotecas aumentará. Paralelamente, y ante la atonía del mercado, el valor de los inmuebles continuaría descendiendo, incrementando la severidad (pérdida esperada) de las entidades financieras. Para complicarlo más, si el Banco Central Europeo iniciase una senda de subidas de tipos de interés podría fomentar el aumento de los impagos de hipotecas, agravando la situación, aunque la elevación de tipos mejoraría el margen financiero de las entidades.

Por el contrario, si la economía empezase a recuperarse, aunque fuera de forma débil, el aumento de las hipotecas impagadas se reduciría y la caída de los precios del mercado inmobiliario no sería tan acusada, reduciendo las pérdidas de bancos y cajas.

Pase lo que pase con nuestro crecimiento económico, la realidad es que la aparición en la escena de nuestro mercado de valores de estos nuevos bancos es realmente positiva. Después de cerca de cuatro años de sequía en nuestra bolsa, por lo menos más de cuatro entidades harán su debut en nuestro parquet. Incluso, es más que previsible que alguna de ellas pase a formar parte del índice Ibex 35. Pero lo que es más importante, ganaremos en transparencia, y la evolución de su cotización en bolsa se convertirá en el mejor mecanismo para medir la eficiencia de los gestores de estas entidades, muy cuestionados en los últimos meses.