Sergio Heredia – La Vanguardia – 21/10/2014

El BCE se decidió ayer a comprar bonos titulizados de deuda privada española (los célebres ABS, o bonos de empresa respaldados por hipotecas y créditos de diversa tipología), algo que nunca había hecho antes.

Bloomberg difundió la noticia a mediodía, añadiendo que la entidad que preside Mario Draghi ha dado la orden de comprar cédulas hipotecarias francesas con vencimiento a corto plazo de Société Générale y de BNP Paribas y de diversas entidades españolas cuyos nombres no habían trascendido al cierre de edición.

El hecho de que no sea público el importe de las compras y la ausencia de una confirmación oficial por parte del propio Draghi impidieron que los mercados bursátiles emprendieran el vuelo. Todos ellos, y entre ellos el Ibex (-0,42%), cerraron en rojo. 

“Es cierto que el plan de compra de ABS estaba en el punto de mira –dijo Daniel Pingarrón, de IG Markets–. Pero nunca se había concretado el momento en el que se produciría, ni el importe. Y hoy tampoco se ha hecho. Supongo que las cantidades no son importantes, y que por eso la noticia no se ha notado en las bolsas”. 

“Desde hace semanas, la noticia siempre ha estado en un estadio impreciso. Aunque parece que la compra de ABS ahora sí ha empezado de forma definitiva”, dijo Christian Torres, socio director de Solventis. 

Otros expertos, como Jaume Puig, director general de GVC Gaesco Gestión, prefirieron reservarse la opinión hasta el momento en el que Draghi ponga en marcha de “forma pública” el programa de compra de ABS. 

Bloomberg adjudicó la noticia a dos fuentes próximas al caso que prefirieron mantenerse en el anonimato. La agencia también recordó que el presidente del BCE planea reestablecerse en un balance similar al que había alcanzado a mediados del 2012, tras los dos primeros programas de recompra de bonos (el que se inicia ahora sería el tercer programa). “En aquellos momentos –dijo Torres–, se había llegado a los 3 billones de euros. Actualmente, el balance del BCE se encuentra en los 2,038 billones. Así que el mercado interpreta que tanto el TLTRO actual (la megasubasta de liquidez puesta en marcha en este septiembre) como el programa de recompra de bonos ABS debería ser de alrededor de un billón de euros”. 

Draghi considera que ese tipo de medidas extraordinarias –junto a las reformas estructurales que se le exige a un buen abanico de países, empezando por Francia e Italia– podría sortear el riesgo de deflación que desde hace meses sobrevuela la eurozona. 

Lo cierto es que ese riesgo ha intensificado la presión sobre el BCE, sobre todo tras las últimas declaraciones del FMI, que eleva al 40% la posibilidad de que la eurozona se sumerja en su tercera recesión desde el 2008. 

“Apartir de hoy (por ayer), vamos a ver cuál es el nivel de agresividad que el BCE se va aplicar en la compra de bonos”, dijo Agustín Martín, responsable de crédito europeo del BBVA. 

El buen humor con el que se había abierto la sesión bursátil, con una vertiginosa subida del Nikkei japonés (la mayor desde junio del 2013, un 4%), no pudo prolongarse en el día y los índices europeos recularon. Lo hiciero  todos, incluido el Ibex (-0,42%), pero sobre todo lo hizo Frankfurt, que se dejó el 1,50%. Varias noticias se cruzaron en su camino, entienden los expertos, y entre ellas la hipotética recesión que le vaticina el Bundesbank y los rumores que dan a entender que la banca pública de los länder tendrá problemas para superar las pruebas de solvencia, cuyos resultados se conocerán el domingo. 

“Es de suponer que las bolsas empezarán a reaccionar en positivo tan pronto como se concrete el volumen de compra de ABS –repitió Pingarrón–. Hace falta saber de cuánto estamos hablando, y en qué plazos. De eso, Draghi no ha dicho nada. Pero lo que sí es cierto es que el programa estaba anunciado y que las compras podían haber empezado hoy (por ayer) o en otro momento”. 

Pero, ¿por qué no se ha concretado aún ese plan de compras?, se le preguntó. “Seguramente, porque cuesta llegar a un consenso. De hecho, Alemania siempre se ha posicionado en contra de este tipo de programas: interpreta que, a través de ellos, el BCE se puede convertir en una suerte de banco malo, una entidad que compra activos tóxicos”.

Fuente: La Vanguardia