Sin duda todavía persisten importantes incertidumbres, pero parece ya innegable que el contexto económico de España ha mejorado, aunque sea de forma realmente modesta. Para ser más exacto, y en base a la última información disponible, parece que el deterioro de nuestra economía se ha detenido: no empeoramos, aunque desgraciadamente tampoco mejoramos de manera evidente.

Algunos datos así lo corroboran. El crecimiento del PIB arroja valores positivos, aunque muy modestos. El aumento del desempleo parece detenerse, aunque no logramos reducir todavía de forma contundente el número de los ciudadanos sin trabajo. El déficit exterior se ha tornado en superávit, aunque más por la disminución de las importaciones (nuestra demanda sigue siendo muy frágil) que por el aumento de las exportaciones que, en cualquier caso, si han aumentado. La huida masiva de capitales privados, que alcanzaba valores alarmantes a mediados del año pasado, ha cambiado de signo y, desde comienzo del presente año, se observa una entrada de inversores en España. La prima de riesgo (diferencial entre el bono a 10 años español y alemán) ha mejorado sistemáticamente, cayendo desde los máximos de 600pb de Agosto pasado al entorno de los 240pb actuales. Finalmente, nuestra bolsa de valores, medida a través del índice IBEX-35, es la que refleja una mayor revalorización de la Unión Monetaria (+15% en lo que va de año) por encima de la inglesa (+10%), alemana (+13%) o la francesa (+14%).

Aunque sin duda podríamos haber hecho las cosas mejor y más rápido, es posible que no estemos en el mal camino. Por ello, es vital ahora consolidar actuaciones que impulsen el crecimiento de nuestra economía. Al margen de las ya comentadas hasta la saciedad (reducción del Déficit Público, redimensionamiento de las Administraciones, fluidez del crédito bancario, etc.) me van a permitir que en esta ocasión me focalice que las actuaciones necesarias para reducir la dependencia de nuestro sistema productivo (nuestras empresas) del sistema bancario.

Nuestra economía tiene una altísima dependencia de los bancos. De hecho, la financiación bancaria es casi la única fuente de financiación externa de nuestras empresas, representando más del 85% del total de financiación ajena. Ello choca notablemente con las cifras mostradas por otros países desarrollados, especialmente los anglosajones, que reflejan niveles del 40%, menos de la mitad que en el caso de España.

Los motivos por los es aconsejable reducir esta bancarización parecen evidentes: (i) el aumento de los requerimientos de capital a los bancos, junto con su necesidad de desapalancamiento, mora latente, etc., hacen que no sea previsible que el crédito bancario fluya eficientemente en los próximos tiempos (ii) es muy sano contar con fuentes de financiación diversificadas, (iii) acabamos de asistir a un schock del sistema bancario que ha mermado el crédito a toda la economía, por lo que convendría reducir el riesgo que para esta representa mantener esa intensa dependencia del crédito bancario ante posibles schocks futuros.

Para conseguirlo es necesario impulsar el acceso de nuestras empresas a los mercados de valores (acciones y bonos), estableciendo un marco normativo realmente atractivo para emisores e inversores. Creo que existen dos aspectos claves. Por un lado, necesitamos empresas mas grandes (el tamaño medio de la empresa española es de los mas pequeños de entre los países de nuestro entorno), pues la aproximación a los mercados requiere una dimensión mínima.

Por otro lado, necesitamos una modificación legislativa que impulse el acceso de empresas e inversores a estos mercados mediante (i) el impulso de procesos de concentración sectorial, (ii) el establecimiento de unas condiciones de acceso a los mercados eficientes, simples y de coste reducido, (iii) implantación de un marco fiscal atractivo que impulse a los inversores hacia estos mercados, como existe en otros países europeas (Alemania o Gran Bretaña son un buen ejemplo de ello).

Mañana Lunes se inaugura el Mercado Alternativo de Renta Fija (MARF), una buena iniciativa en este sentido, al igual que lo ha sido el Mercado Alternativo Bursátil (MAB). Sin embargo, si no se establecen otras medidas de impulso quedarán en simplemente eso: buenas iniciativas.